domingo, 1 de octubre de 2017

Hablemos de los nervios.

SOY UNA PERSONA FELIZ Y ALEGRE EL 70% DEL TIEMPO. Podría decirse que es un promedio normal. Este porcentaje puede variar si ando con parciales. El problema es que el 30% restante es de lo mas oscuro, triste y desagradable que hay. No es que es un 30% de mal humor y hastío general. No. Es un 30% demoledor de la mas repulsiva frustración.

Es como que cuando estoy bien, estoy bien, y cuando estoy mal estoy para el culo. Me hundo en lo mas hondo de mi miseria y no hay nada ni nadie que pued hacerme salir de ahí. Es hasta irracional, porque a veces ni siquiera tengo un buen motivo para sentirme asi. Parece como una acumulación de pequeños motivos y momentos de estrés que, con un detonante en apariencia ínfimo, se desata una crisis de nervios de puta madre que pueden durarme varios días.


Estoy en Acceso Oeste, mano a Capital. Tengo que ir a buscar a mi novio y hubo un choque. Está todo parado. De mano contraria se ve un espejo del mismo embotellamiento normal de un viernes en hora pico. Todos desesperados por volver a sus hogares y empezar con el Finde.

Tardé media hora en hacer menos de un kilómetro y ya veo como va a ser la vuelta (porque es ir, buscarlo y volver, nada de perder tiempo). Se me oprime el pecho. Siento dolor y una ira que me invade, como un veneno que se desparrama por todo mi ser y quiero mandar al carajo a todo el mundo. Encerrada en ese habitáculo empiezo a rememorar todo lo malo que me pasó hasta el momento, hasta lo mas mínimo y a cada cosa le encuentro un culpable - que nunca soy yo- y le dedico todo mi odio. Y así voy masticando mi rabia hasta dar con el primer triste mortal que se me cruce. Después de eso viene la saturación y la angustia.

En esas crisis siento como si la vida fuera una carga. No es que me quiera morir, sino que estoy harta de todo, de que todo me demande tanto o yo obligarme a que todo me demande tanto. Quisiera encerrarme en un cuarto oscuro y silencioso y esconderme ahí por un buen tiempo. sola.. Sin ninguna vocecita molesta royéndome el oído. Y como no lo puedo hacer- porque no cuento con dicho cuarto y aun vivo con mi mama, por lo cual el silencio esta totalmente descartado- la cosa empeora. Y lo peor es que tengo que enfrentarme a todo un mundo de gente, en apariencia alegre, que no pueden entender que esté mal o de mal genio ya que, en su subjetiva visión, no tengo ningún motivo válido para ser infeliz. A veces no es por un motivo. Yo entiendo perfectamente que la vida y las circunstancias han sido por demás generosas conmigo, pero hay veces en las que  no puedo elegir simplemente estar feliz. Tengo una mala racha, estoy muy presionada por todo lo que me planteo, no sé.  Y tengo que hacer un doble esfuerzo para disimular el abatimiento y no ser grosera.

No es culpa de los demás. No es culpa de Nadie. Tampoco entiendo porqué llego a sentirme así de saturada, cuando otras personas llevan la presión mucho mejor. Y cuando estoy así de mala onda, no hay técnica que me cambie el humor. Pienso y enumero todas las cosas por las que debería estar feliz y agradecida pero eso no cambia la sensación de vació. Cuando uno se pasa de estrés  y la ansiedad lo desborda, es como un velo de tristeza que lo opaca todo. Es super exagerado sentirse así, y más por motivo que considero que no son menester. Pero pasa y es real. Estas crisis coinciden siempre con las fechas de exámenes en la universidad. Definitivamente la facultad me cagó la psiquis.

Creo que la gente subestima la importancia de sentirse miserable. A veces es necesario. No se puede estar diez puntos todo el tiempo. No es posible y no es real. El mundo actual te obliga a ser feliz todo el tiempo. A mostrar tu mejor cara siempre, siempre feliz. Que si no naciste en la Franja de Gaza no tenes ningún derecho a quejarte o sentirte mal. Happy full life. Es agotador. A veces hay que largar la cámara y la mochila y sentirse una mierda un ratito. Para recobrar fuerzas.

Finalmente y lo más triste del proceso, es que una ves que me sentí todo lo triste, miserable, intolerante y vacía posible, asó como si nada, se va. De golpe y sin ningún aviso, la vida ya no me parece tan insulta -sobretodo cuando termino de rendir- me siento agradecida y con oportunidades de empezar de nuevo y hasta se me da por sonreir.

Llegados a este punto, yo no se si toso es producto de los nervios o si ya se me piantó la chaveta a la incipiente edad de 26 añitos, lo cual tampoco me sorprendería demasiado. La conclusión es que mis crisis nerviosas son tan cíclicas, que parece que fuera un deja vu. Y cada vez que se me pasa me prometo que la próxima voy a ser mas positiva para no arrepentirme después. Y cada vez vuelvo a mandarme la misma cagada y caigo hasta lo mas bajo de mi mal llevado ser. Creo que es inevitable. Incendiarnos cada tanto para renacer de la cenizas. El tema es no quemar a nadie en el proceso.

Galeano decía: "somos lo que hacemos para cambiar lo que somos", y yo trato siempre de dejar de ser tan yo cuando me pongo oscura. Algún día lo lograré.

No hay comentarios:

Publicar un comentario